Alguien dijo alguna vez el que se entrega por completo jamás vuelve entero.
Si alguna vez en tu vida amaste de verdad a alguien, te habrás dado cuenta que cuando esa persona ya no está a tu lado, sientes como si algo se llevara una parte de tu vida, desaparece para siempre y no vuelve jamás. No vuelves a ser el mismo, definitivamente es una sensación de vacío que sólo el tiempo nos puede ayudar a sanar.
Qué difícil es decir adiós cuando en realidad lo que quieres es quedarte. Por eso, me gustaría compartirte algo, algo que debes saber y que es muy importante.
Tanto tú como yo y todas las demás personas, sin excepción alguna, somos seres completamente emocionales y somos seres emocionales por naturaleza. Y aunque es muy complicado evitar que una situación nos provoque una emoción, si es posible gestionar esa emoción en cuanto a su duración y su intensidad. Es decir, no podemos evitar no sentir, pero sí podemos decidir qué hacer con lo que sentimos, esa es la diferencia. Pero ¿cómo lo puedes lograr?
Bueno, eso lo puedes conseguir mediante la inteligencia emocional. Una persona inteligente desde un punto de vista emocional sabe perfectamente cuáles son sus fortalezas y también cuáles son sus habilidades. Ha aprendido a escuchar y entender a los demás, con algo muy importante que hoy muchas personas carecen: con empatía.
La empatía es tan necesaria y hoy en esta vida tan carente. Por ese motivo, aunque sea, aunque esa persona viva una tristeza o esté viviendo el sufrimiento de haber perdido a alguien que quiso muchísimo, tiene la confianza en el futuro y sabe que con el tiempo todo sanará. Y eso es precisamente lo que yo deseo para ti, que puedas desarrollar esa habilidad en tu vida y así puedas enfrentar con inteligencia los momentos más difíciles de tu vida.
Es cierto que ya no podemos hacer absolutamente nada ante la muerte de una persona a la que quisimos mucho, no podemos hacer ya nada. Solamente podemos aceptar esa pérdida para nosotros. Pero ante una ruptura de pareja, aunque sé que es una situación distinta, también es importante aceptar la situación, ser realistas y buscar los medios para gestionar esa emoción que nos invade.
En tus relaciones de pareja o con amigos y familia siempre debe existir un límite de entrega y debe existir para evitar situaciones de apego emocional. Me lo dijo Walter Riso en alguna ocasión: crear una relación dependiente significa la entrega del alma a cambio de obtener un falso placer y una falsa seguridad. Él define el apego común como un vínculo excesivo con un objeto, una idea, con una persona, que se fundamenta en cuatro creencias que son completamente falsas: que es permanente, que te va a ser feliz, que te va a dar seguridad y que le dará sentido a tu vida.
Si vives en un vínculo de este tipo, nunca estarás preparado, preparada para la pérdida y no aceptarás que la otra persona sea libre, no aceptará que se rompa la relación o que la situación cambie, porque la pérdida te hará sentir vacío y te hará sentir sin rumbo. Te sentirás completamente perdido.
Y la peor lázaro, el apego corrompe, te hace infeliz e impide que tengas respeto a ti mismo, de tus valores. Tienes miedo a la pérdida de lo que deseas y pierdes la alegría porque inviertes absolutamente todos tus recursos y toda tu energía en otra persona, dejando de lado completamente tu vida, dejando de lado lo que realmente te gusta hacer.
Y sabes perfectamente a lo que me refiero y sabes que lo más triste de todo esto, que también te olvidas de ti. Por eso la clave es aprender a soltar a tiempo, es aprender a dejar ir. A lo largo de tu vida, tu capacidad para dar y ser generoso forma parte de cómo eres, como ser humano. Sin embargo, es importante saber manejar las herramientas necesarias para gestionar esas pérdidas, pero tienes que hacerlo con sabiduría y aceptar que los cambios forman parte de la vida, forman parte de los procesos.
Y decir adiós a una persona, a un trabajo, a una relación no es nada fácil, yo sé que es algo realmente muy difícil, es una acción a la que nos enfrentamos continuamente en nuestra vida y es importante afrontar esos momentos con valentía, pero sobre todo con mucha inteligencia, sobre todo con esa habilidad que es necesaria para evitar un sufrimiento excesivo, con una sensación de pérdida que nos afecte negativamente para siempre.
Por eso, acepta, no resignación, pero nada te hace perder más energía que resistir y pelear por una situación que no puedes cambiar, nada. Por eso, por favor, permítete sentir, deja salir tu dolor. Quizás no me creas, pero todavía hay muchas personas que se apenan por llorar en público. Aún hay muchas personas que reprimen sus sentimientos y sus palabras, que reprimen sus emociones, su dolor.
Sin embargo, para dejar ir, para poder soltar a alguien o poder soltar tu pasado, es importante dejar salir todo el dolor y si es necesario llorar para que eso suceda, entonces llora. Y ahora, todo lo que sea necesario, pero hazlo sin aislarte. Habla con tus amigos, cuéntales cómo te sientes, pero también escucha sus consejos, aprende a escucharlos, no lo tomes personal, pero muchas veces, cuando estamos sumergidos en el dolor, nos cuesta tanto trabajo ver las cosas con claridad.
Por eso, tómate un espacio y tómate un tiempo para hacerlo. No llevas absolutamente ninguna prisa para sanar esas heridas que tienes, llevan su tiempo, así que ten calma, pero tarde o temprano tienes que comenzar a hacer algo.
Por eso, enfócate en ti, por una vez, es importante ser un poco egoísta y dedicar un buen rato en mirar en su interior y verte a ti misma, a ti mismo. Pero tienes que hacerlo sin que eso se produzca un cargo de conciencia negativo. Tienes que aprender a mirarte sin sentir culpa, del tiempo de observarte y date el tiempo de preguntarte qué es lo que te gusta, qué tienes ganas de hacer, para qué eres bueno o qué es algo que siempre has querido hacer y aún no te has atrevido a intentarlo.
Y es que pensar en tus necesidades y lo que realmente a ti te importa más allá de esa persona o situación que debes dejar ir, te aseguro que te darán mucha seguridad y confianza.
Gracias a Sergio Melchor y un viaje a la vida por esta hermosa Reflexión.
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